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8 claves para retener el talento de tu empresa

24 agosto 2020 | Xavi Velasco

Tabla de contenidos
  1. Puntos clave para retener el talento
    • Cumple tus promesas
    • Sé claro con los objetivos de sus tareas
    • Proporciona las herramientas adecuadas
    • Reconoce y recompensa el trabajo bien hecho
    • Da voz a tus empleados
    • Ofrece autonomía en sus puestos de trabajo
    • Preocúpate por su formación
    • Fomenta la movilidad laboral dentro de la empresa
  2. ¿Y cuáles son los resultados que se pueden obtener?
    • Incremento de la motivación de los trabajadores
    • Confianza en la empresa
    • Mejora del clima laboral
    • Mejora de la reputación de la empresa
  3. Conclusión

De una forma más o menos natural, todas las empresas tienen rotación de personal: es una característica inherente a su día a día. El problema viene cuando esta rotación se convierte en excesiva, ya que impacta negativamente en el resto de la plantilla creando incomodidad, inseguridad, un rendimiento irregular, y en definitiva, obteniendo como resultado una productividad desigual.

Una de las formas que hay de no tener que estar continuamente preocupados de extensos procesos de selección, es hacer todo lo posible para que tus trabajadores se quieran quedar.

Conseguir que los empleados quieran quedarse en la empresa, no solo aumentará la productividad y efectividad laboral, sino que además, ayudará a mejorar tu imagen y reputación.

¿Y cómo logramos retener el talento que hay en nuestra empresa y así reducir esta rotación? Hay una serie de acciones que pueden encaminar a ello.

Puntos clave para retener el talento

Cumple tus promesas

Aunque parezca obvio, incluso cuando un empresario busca talento para su negocio, trata de diferenciarse de la competencia. A veces de manera inconsciente aunque también lógica, se vende en demasía, y ofrece beneficios o un ambiente idílico que es, en realidad, inexistente.

Los candidatos, que también buscan un lugar donde sentirse a gusto y valorados, le dan mucha importancia a este asunto. Tanto es así, que si ven una situación diferente a la esperada el primer día de trabajo, la confianza en lo prometido puede caer en picado.

Sé claro con los objetivos de sus tareas

Esto es imprescindible: no es buena práctica dejar que los trabajadores trabajen por la inercia del día a día. Hay que asignar unas tareas, mostrarles los límites de su trabajo, así como también cuáles son los mínimos objetivos a alcanzar. De esta forma, el empleado también puede medirse y controlar en todo momento el estatus, cantidad y calidad de su trabajo.

Proporciona las herramientas adecuadas

Es muy habitual, a veces demasiado, sentar al nuevo empleado en su puesto de trabajo y decirle que vaya haciendo cosas mientras se busca a alguien que le enseñe lo mínimo para comenzar, o incluso cuando se incorpora a una mesa vacía sin tener un equipo informático con el que trabajar.

Algo también muy común es no preocuparse de los programas o equipos que usan los empleados, analizar si son eficientes, e incluso buscar alternativas en el mercado que ayuden a ventilar con más rapidez el día a día.

El no ofrecer medios apropiados para agilizar las tareas, provoca además cuellos de botella que impiden maximizar los resultados, la productividad, y por ende los beneficios. Todo esto sin contar el estrés ocasionado al empleado por no poder ir más rápido, pero aún y todo exigirle los mejores resultados pese a la acumulación de faena.

Reconoce y recompensa el trabajo bien hecho

Nunca está de más decirle a un trabajador que lo está haciendo bien, o premiar su constancia y buen hacer. Esta persona no solo seguirá así, sino que se esforzará por mantener y aumentar su productividad.

Una buena fórmula es recurrir a las entrevistas de desempeño mínimo una vez al año, o incluso con más frecuencia si hay un -más que recomendable- seguimiento de objetivos, por ejemplo trimestral o semestral.

La confianza en la empresa aumentará, no solo en los trabajadores que reciben este reconocimiento, sino también en el resto contagiándose con un efecto llamada.

Da voz a tus empleados

Ellos mejor que nadie conocen en profundidad sus puestos de trabajo, sus tareas y sus obstáculos: pregúntales qué problemas tienen y trata de averiguar qué necesitan para poder trabajar mejor.

Déjales opinar, proponer mejoras, y haz que se escuchen sus opiniones. En definitiva, muestra y demuestra preocupación por ellos para conocer de primera mano posibles puntos de mejora.

Una vez más, esto influye directamente en la confianza, en la calidad del trabajo, y en la productividad.

Ofrece autonomía en sus puestos de trabajo

No te pago por pensar: ese es un mantra aún arraigado en muchas empresas, pero sus consecuencias son nefastas al tratar de anular la persona en sí misma.

Muchas veces se dice «no te pago por pensar», cuando en realidad lo que se quiere es restringir la toma de decisiones.

Y es que una cosa es tomar decisiones que corresponden a la persona responsable del departamento o del equipo de trabajo, y otra muy diferente es querer limitar la autonomía e independencia necesarias para que pueda desarrollar su trabajo con eficiencia.

Preocúpate por su formación

Potenciar sus conocimientos y habilidades, siempre es positivo. Cualquier formación y capacitación adicional que se les pueda proporcionar, siempre va a repercutir positivamente en su puesto de trabajo, por tanto también en su productividad, y rotundamente en los beneficios de la empresa.

Fomenta la movilidad laboral dentro de la empresa

Muchas empresas tienen grandes dificultades a la hora de buscar personal cualificado para un puesto. De lo que no se dan cuenta, es de que esa persona adecuada podría ya estar en su plantilla: por eso es importante conocer el potencial de los empleados, y sus inquietudes.

Muchos trabajadores ocupan puestos de trabajo mientras estudian para desarrollar su talento en categorías profesionales superiores, o tan solo en áreas diferentes.

Promover y facilitar la movilidad interna favorece, no solo al empleado, sino también a la empresa. De este modo aprovecha sus propios recursos ya formados en su cultura empresarial, ofrece seguridad y confianza a la plantilla, evitando además procesos de selección externos, así como la adaptación y formación del nuevo personal al puesto de trabajo.

La tendencia a mirar hacia fuera y no hacia dentro, causa esfuerzos innecesarios, pérdida de tiempo y dinero, y malestar entre los trabajadores que se sienten capacitados para asumir ese nuevo puesto y que, quizás, les gustaría optar a ese empleo.

Cuando el trabajador se siente incómodo en su puesto de trabajo y empieza a buscar el cambio, si la empresa le ha generado confianza, sin ninguna duda querrá seguir desarrollándose en ella.

¿Y cuáles son los resultados que se pueden obtener?

Incremento de la motivación de los trabajadores

El hecho de que la empresa se preocupe por ellos, aumentará de manera sustancial su motivación por hacer mejor su trabajo, así como arrimar el hombro cuando sea necesario.

Confianza en la empresa

La principal clave es generar confianza en el empleado para conseguir que se quede, y aplicar los puntos anteriores es una excelente manera de hacerlo.

Mejora del clima laboral

Como uno de las afectaciones directas, es un ambiente más amigable, menos beligerante, y con un personal más unido.

Mejora de la reputación de la empresa

Aunque los comentarios negativos son más rápidos y dañinos que los positivos, si tus empleados están a gusto, ten por seguro que hablarán de ello. Y esto a la larga no solo atrae a nuevo talento, sino también a nuevos clientes y proveedores que quieren trabajar con quien tiene buena fama.

Conclusión

No hay que olvidar que el buen funcionamiento de una empresa depende directamente de los empleados, por eso es muy importante cuidarlos. Es por eso que es importante no quedarse en palabras y pasar a la acción: los beneficios de hacerlo son muchos y todos tangibles. ¿Lo intentamos?

La logística empieza por las personas

27 julio 2020 | Xavi Velasco

De hecho, todo empieza por las personas: por encima de todo somos creadoras de emociones que mueven a otras personas, y entre todas movemos el mundo.

Somos motivaciones y emociones

En realidad las personas no somos más que estímulos y sentimientos, motivaciones y emociones que van y vienen, que se juntan unas con otras, y que provocan entre ellas acciones y reacciones. Y cuando agrupamos esas motivaciones y emociones, creamos la sociedad.

Las primeras asociaciones de personas perseguían un bien común, un aporte a la comunidad, por ejemplo cazando o cultivando de manera conjunta. Hoy en día, el beneficio económico es prácticamente la mayor de esas motivaciones, pasando de ser un beneficio social a uno personal.

Es aquí donde nos olvidamos de las personas: con nuestras acciones estamos construyendo una sociedad cada vez más individualista, una sociedad cada vez menos social.

Desmotivando la sociedad

Conseguir un empleo, es una muy complicada tarea en los tiempos que corren. Y ya no hablemos de trabajar en aquello para lo que hemos estudiado, de que nos guste, y de que perdure en el tiempo.

La lucha por mantener un puesto de trabajo a veces pasa por encima de la confianza en el compañero, en el equipo, en los responsables… en definitiva, en el conjunto de la empresa.

Esta rivalidad no siempre es manifiesta ni consciente, se puede incluso dar en el lugar de trabajo como algo normal y aceptado por todos. Pero esta situación no es la idónea para tener un buen clima laboral, crea tensiones que a la mínima afloran y generan conflictos a partir de situaciones realmente poco importantes… y que muchas veces terminan en despidos.

Y ya nos podemos imaginar lo que genera tanto a nivel profesional como en lo personal: envidia, desconfianza, y sobretodo la sensación de incomodidad permanente que nos hace pensar constantemente en buscar un trabajo mejor.

Lamentablemente, este es el punto en el que se encuentran muchas personas ya desde su primer día de trabajo: no confían en nadie, no se creen a nadie, y sienten que van a estar poco tiempo allí. La empresa parecía perfecta cuando se firmó el contrato, pero las caras y comentarios en el corrillo de turno a la hora del descanso ponen de actualidad la existencia de un ambiente laboral turbio y envenenado.

Y a la que esto sucede un par de veces, en el siguiente empleo la mentalidad y sensación es la de no confiar ni creerse a nadie, ni a persona ni a empresa, es inherente desde antes incluso de comenzar el primer día, o incluso de inscribirse en una nueva oferta de empleo.

Ser buena empresa comienza por ser buena persona

Las empresas no existen per se, lógicamente siempre hay por lo menos una persona detrás de ellas. Asimismo, las empresas por sí solas tampoco tienen valores, adoptan los de las personas que la forman… menos cuando se trata de una acción de marketing para limpiar su imagen, claro, pero en este caso de una u otra forma se acaban delatando y muestran su verdadera cara, aunque sea de puertas para adentro.

Hasta hace muy poco, muchas empresas no se preocupaban de estos valores, a lo sumo establecían una misión y visión, en numerosas ocasiones un tanto forzadas porque estaba de moda y estaba bien visto.

En la actualidad, las nuevas empresas reflejan -por lo general- los valores de las personas que las crean, mostrando una imagen de marca transparente y acorde con su forma de pensar. Otras más antiguas con valores positivos ya bien asentados, se actualizan y exponen su identidad para reforzar su corporate branding.

Esta obligación de exponer públicamente sus valores, también han ayudado a muchas empresas a reformular la relación con sus empleados y querer mejorar sus vidas. De este modo obtienen doble resultado: trabajadores contentos y buena reputación.

Confiando de nuevo en las personas

Es una lástima que la gente deje de confiar en las empresas para las que trabaja. A veces las empresas, por mucho que lo intentan, no lo consiguen porque el estigma que les acompaña a veces es demasiado grande.

Deben comenzar por renovar sus valores, y de verdad hacer que sus empleados se sientan cómodos en sus puestos de trabajo. Han de conseguir que a la larga se sientan orgullosos de estar donde están.

Desde Kailogis queremos ayudar a devolver la confianza a las personas para que vuelvan a creer en las empresas.

Nuestro principal objetivo: mejorar la calidad de vida de las personas a través de un empleo justo, con igualdad de oportunidades, y con independencia de la edad, género o procedencia.

Por eso queremos trabajar con empresas que deseen un cambio social en los procesos de selección, haciéndolos más justos e inclusivos, sin sesgos, y sin prejuicios.

¿El beneficio? Una vacante bien cubierta, y trabajadores felices.

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